lunes, 16 de julio de 2012

Cambios

En la vida nada es permanente, todo cambia segundo a segundo. Sería antinatural pensar en que las cosas permanezcan intactas por siempre.

Y sin embargo, la misma vida es quien se encarga de sorprendernos una y otra vez. Y nosotros esperamos que alguien a quien queremos en nuestras vidas cambie actitudes o ciertas cosas, formas de ser, formas de actuar que nos hieren, nos lastiman o simplemente nos desconciertan.

Esos cambios nunca llegan. Y viene esa famosa y dominguera frase de "la gente no cambia"... y es verdad, lo hemos visto mil y una vez, y cuando hemos esperado a que alguien cambien solo hemos perdido el tiempo, es muy claro... la gente no cambia...

¿o si?...

Efectivamente hay gente que nunca cambia esos malos modos o defectos que te llegan a afectar, lo cual manda a volar la teoría de que todo cambia y nada es permanente.

Y justo cuando tenemos esta idea mas clara, viene de nuevo la vida para demostrarnos lo equivocados que estamos, y justo la gente que mas queremos, con quien mas nos entendemos y con quien mas congeniamos y con quien mas queremos estar, un buen día, como por arte de magia, puff... cambian...

Cambian su actitud hacia nosotros, cambian sus gustos, sus preferencias, sus actividades, cambian de rumbo... sin avisar... sin preguntar... solo cambian.

Entonces era verdad la primera teoría de que todo cambia y nada es permanente.

Pero si esto fuera verdad, entonces porque nosotros no cambiamos también?

De hecho lo hacemos, de alguna manera.

Todos cambiamos, sin darnos cuenta, no necesariamente para mal, o para bien, pero a cada paso que damos vamos aprendiendo cosas que nos guían de alguna manera hacia destinos diferentes de los trazados en un comienzo, pero no cambiamos nuestra esencia. No nosotros.

Pero hay gente que de pronto se convierten en alguien que nunca habíamos visto, los vemos hacer y decir cosas que jamas imaginamos que harían y dirían. Como si literalmente se convirtieran en personas diferentes, en desconocidos.

Y aquí seguimos nosotros conservando una postura, una mentalidad, una esencia y preguntándonos una y otra vez...

¿que demonios pasó?

¿que demonios pasó?...

A lo largo de mi vida he padecido en carne propia la ambigüedad de los cambios en las personas que han estado cerca.

Lo único bueno que he aprendido en este tiempo es que...

Nada es para siempre.